Ana Lorente ofrecerá otro curso sobre cocina manchega

Emilio Martínez
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La gastrónoma albacetense sigue con la idea de que se cree en Feria un concurso nacional de gazpachos

La gastrónoma albacetense Ana Lorente desea buen provecho, en catalán. - Foto: Carlos Paverito

No todos los recuerdos van a ser negativos en torno al 23 de febrero, cual comenta la periodista, escritora especializada en temas gastronómicos y empresaria Ana Lorente. Porque en su establecimiento madrileño A punto, donde junto a su socia Sara Cucala ofrece múltiples actividades, entre ellas cursos de cocina, va a abrir el año con uno sobre la  manchega en general y la albacetense en particular, que va a dirigir la paisana. Y se ha dado la circunstancia de que la fecha en que se iniciará, tras el complicado montaje del mismo, incluyendo a profesores e incardinándolo en el calendario global de la firma, va a ser esa del 23-F.  «Ha sido una casualidad, pero nos sirve también para reírnos y tirar del humor de la tierra, que no es poco», dice Ana.

No será la única novedad que comparte A Punto, donde ya funciona desde hace poco más de un año la apuesta de ambas socias, en este caso como emprendedoras, de crear una productora audiovisual, PNKA, que fue pionera en su dedicación exclusiva en temas relacionados con la gastronomía y el vino. Líneas abajo va a ir contando Ana otros de los proyectos inmediatos, pero como embajadora que se considera de Albacete desde que en sus primeros pasos profesionales llegó a Madrid hace tres décadas largas, también van a incluir referencias directas a la tierra.

Porque, además del curso sobre la gastronomía paisana, otra de la actividad prevista y programada son clases on line de vinos, con una muestra de caldos que saque a la luz «lo que el campo de Albacete está haciendo con sus uvas tradicionales y con las que se han adaptado estupendamente», cual relata Ana. Esta proyección sobre los vinos de la provincia se inserta en las que ya están llevando a cabo en A Punto con bodegas de la región «que están haciendo vinos monovarietales muy ricos y con variedades poco usuales, como la Viognier, la Malbec,  la Chardonnay en barrica o la poco valorada Airén que están dando vinos muy ricos», precisa. Para lo que utilizan unas copas muy didácticas para catarlas y compartirlas frente a una pantalla, con la limitación desconcertante que eso supone. «Pero vamos aprendiendo», agrega. Sin olvidar los excelentes dulces típicos navideños de la provincia, a los que se le pueden dar formas caprichosas pero con el sabor de siempre y que aconseja que se hagan en casa e «incluso, por aquello de las limitaciones en comidas y cenas de estas fechas a que obliga la pandemia, sería un bonito detalle mandarlos como regalo a los que falten, ¿no?», se cuestiona la albaceteña. Que vuelve al curso de cocina antecitado para añadir que no van a faltar, entre otras enseñanzas, las de «un menú para chuparse los dedos, compuesto por  atascaburras, merengue de panceta -me gustaba más de chicharrones pero  en Madrid no se entiende- y después de esos, llamémosle aperitivos, gazpachos de conejo y, de postre, mousse de queso de oveja manchega con espuma de vino tinto». 

Este curso con tan gran protagonismo de la tierra forma parte de una serie -unos intensivos y otros semanales, como los referidos a Albacete- sobre las cocinas regionales españolas. Algo que, a título particular y como filosofía de A Punto y PNKA, le encanta a Ana. «Y es que en estos tiempos de cocina fusión, la pasión por lo exótico parece que ha eclipsado nuestras tradiciones. Hoy para comer cocina casera o una fabada, unas lentejas o un conejo al horno hay que ir a restaurantes exclusivos y creemos que hay que homenajear, recordar y también renovar nuestros sabores regionales. Rememorar el sabor ancestral, el olor de la cocina de la abuela, aunque sea su nieto el que triunfa en el restaurante, con el sifón en ristre».

El papel de las mujeres.

También la productora está recogiendo los frutos de un par de documentales, dirigidos por Sara Cucala y producidos por la productora, que han recorrido en varios festivales y televisiones autonómicas, y a los que aún restan varias proyecciones. Uno de ellos, Oido! Ellas, la voz de la gastronomía, es un compendio de entrevistas y reflexiones sobre el papel de las mujeres de las últimas décadas, tanto en la cocina profesional como en todos los planos que la rodean: el periodismo, el tabaco, la coctelería, el vino, la enología, las sumilleres. «En fin, una visión en primera persona de las dificultades que tiene que vencer la mujer para adentrarse en algo que era un coto cerrado, de hombres». Por cierto que tanto ha interesado y tanto se ha hablado de él en los ambientes profesionales relacionados con la gastronomía que acaba de comprarlo Televisión Española para emitirlo próximamente en La2. En formato de corto, la otra de las exitosas producciones recientes fue un documental titulado La Raspa, que es una escuela de cocina solidaria que dirige un buen chef y amigo de ambas, Chema de Isidro, en la que acoge como alumnos a los jóvenes más que olvidados y necesitados, para que con esos conocimientos puedan entrar a trabajar en una cocina profesional. También tuvo su cita con festivales como el de Málaga en verano, Soria en otoño e igualmente para Visualizarte, que es un festival de temática solidaria. 

A pesar de todo, no puede ocultarse que la pandemia y el parón inicial de la misma han sido perjudiciales para las dos firmas de Ana. «Quien diga que no le afecta es que está fuera del mundo». Y les ha obligado a tomar decisiones complejas y difíciles, como cerrar su sede grande en el centro de Madrid -aunque la nueva, donde han montado toda la compleja infraestructura de una productora audiovisual, en la calle Farmacia está muy próxima- y reducir en gran parte profesores y colaboradores. Pese a lo cual, califica como acogedor y eficaz el resultado de la mudanza. «Son dos pisos enmarcados en un escaparate, donde se distribuye la librería gastronómica, la tienda de utensilios, la bodeguita y la cocina para clases y filmaciones en la que caben una docena de alumnos, respetando toda la normativa higiénica actual. Y con el respiro de un pequeño patio vegetal al aire libre».

A lo que añadir el dolor por los territorios clausurados en ciudades y regiones, los enfermos y los muertos -algunos de ellos muy cercanos a Ana-, el no poder visitar a la familia, lo que confía en poder hacer ahora en estas fechas. Y, claro, a otro nivel, le ha dolido mucho -«como a todo albaceteño que se precie, y más a los que ejercemos a tope desde la diáspora», sostiene, el haberse quedado sin Feria en este año presto a concluir y al que califica como «annus horribilis».

No quiere despedirse la paisana sin aprovechar la ocasión para insistir en un tema que le viene obsesionando desde años atrás, pero que «hasta ahora es como predicar en el desierto». En referencia a ese concurso nacional de gazpachos en el que participaran los grandes chefs actuales, de lo que dada su amistad con casi todos, se encargaría ella, así como de potenciarlo en tantas publicaciones en que colabora. «El fallo del jurado se haría en Feria para darle mucha difusión mediática, lo que a la par también serviría para expandir la fama de la mejor Feria del mundo», sentencia Ana.