Miren lo que dijo Putin hace un tiempo, siguiendo la cita de Albert Einstein: «No sé con qué armas se luchará en la Tercera Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la Cuarta Guerra Mundial: palos y mazas». Y no es más que otra nueva ironía del destino.
El gran Henry Miller, norteamericano escritor dijo en una tertulia entre amigos: «cada guerra es una destrucción del espíritu humano» y es ahí, donde yo quería llegar, a cómo un conflicto bélico llega a ser tan trascendente para el ser humano, sea del color que sea, viva en el lugar que viva, sienta lo que sienta, le hace perder la espiritualidad, base del sentimiento, credo del alma como reflejo de la razón y clave como ser humano. Perdido esto, nos convertimos en animales carroñeros.
No hay duda, que la guerra actual de Ucrania ha vuelto a traernos las razones –si es que alguna vez las hubo- de la Primera de las Guerras Mundiales. Hemos vuelto a tropezar por enésima vez en la misma piedra, torpeza y necedad del hombre moderno del siglo XXI, sin más alivio que ver cómo mueres mujeres, ancianos y niños, solo por el hecho de recrear nuestro 'ego', en este caso el de Vladimir Putin, ¿pero sólo él?, o también están los miles y miles de soldados rusos que le siguen, masacrando a todo 'bicho viviente', o los miserables sirios o afganos que le ayudan, o los mercenarios del diablo que le apoyan. Y al otro lado, OTAN, EEUU, o multinacionales del poder, aprovechando el ruido para hacerse más ricos en ventas de armas, en ignominias del desencanto, las que invaden sociedades sin valores.
Aquella Primera Guerra Mundial fue producto de una crisis moral de civilización, de un fallo de la razón moral en una cultura que había legado al mundo la idea misma de 'Razón moral'. Y esa crisis de la razón moral condujo a la crisis de una moral de civilización que aún está presente hoy en día. Y luego, una segunda, donde dos territorios del mundo hicieron su división del mundo, a su antojo, culpando al miserable, al demoniaco personaje que rompió los moldes, por entonces Hitler y por ahora, Putin, sin olvidar que Maduro, Kim Jonh-un y Lukashenko, siguen bailando entre la miseria, el terror y la dictadura frente a los derechos humanos que tanto defendemos.
Y me viene a la mente eso de 'Libertad, ¿realidad o ilusión?'. Díganselo a los ucranianos, o a los de Crimea, o a las mujeres de Afganistan, o a cualquier niña del mundo islámico, o a los de Yemén y Libia, y sin irnos tan lejos, a los armenios, libaneses, palestinos, disidentes rusos y no sé cuántos más hay por ahí, sin alimento, sin casa, sin familia, sin credo y sobre todo, sin alma.
Y dice mi amigo Plaza que, ¿qué falta por pasarnos?, después de la Filomena; la Covid 19-20-21; la catástrofe de La Palma; el éxodo y la invasión injustificada de Ucrania; y a todo esto, nos operan de próstata y cadera porque el tiempo vuela y los miedos más. A ver como viene este año de tanto número 2, porque el resultado de ese numerito es 1+1. ¡Ya veremos, dijo un ciego!