Nos dice la RAE que pausa es 'breve interrupción de un movimiento, proceso o acción' y en ello se alimenta el 'necio de Andrés Manuel López Obrador', político de albarda y escritor de telenovelas, cuando a España se refiere en sus alocuciones desafortunadas, realizadas a destiempo y en tiempo poco actual. Me cuesta creer que alguien que manifiesta tener cultura, tal vez anclada en el populismo trasnochado, y sea jefe del Estado y del Gobierno conjuntamente de un país al que siempre hemos adorado y del que siempre hemos hablado bien por ser el más importante en el que España dejó su verdadero sello cultural en tiempos de colonización, tanto, que fue reducto de los republicanos exiliados españoles –hombres en gran parte, intelectuales, que allí vivieron un sueño herido- acabada la guerra civil española y donde se creó una de las editoriales de mayor prestigio que haya dado el mundo que habla español: Fondo de Cultura Económica.
Allí, donde verdaderas mujeres españolas ayudaron a levantar la bandera de la independencia mexicana en el siglo XIX y, un poco antes, fundaron ciudades como María Estrada en el siglo XVI, con Puebla 'la ciudad de los ángeles', elevaron monasterios para enriquecer la cultura y difundieron los valores de sociedades espirituales y cultas. Entre ellas, Leonor de Alvarado, conocida como la primera mujer en iniciar el mestizaje mexicano, hija del español Pedro de Alvarado, capitán de Hernán Cortés y la princesa india Txalcalteca, de nombre Luisa Xicotencalt.
Y así de sencillo y así de controvertido. Los mexicanos precolombinos estaban en lucha dinástica y fratricida entre sí, andaban explotando a sus tribus más humildes, masacrando los territorios por problemas de poder, y la llegada del español, no es que liberase de la opresión pero sí ayudó a equilibrar unos territorios totalmente desequilibrados, aplicando la colonización como bandera.
Nadie puede exculpar las brutales o malas acciones que españoles encomenderos o caballeros de conquista realizaron, porque los hubo, pero tampoco podemos olvidar la labor de cultura que la corona española dictaminó y ejecutó gracias a unas Leyes de Burgos, justas en su concepto moral y en reparto, y no tanto en los condicionantes de aplicación en el territorio.
Habría que distinguir y mucho, estos dos conceptos que a veces los confunden o los equiparan: colonialismo y colonización. El primero es la explotación total del territorio por el colono, por el descubridor y autor de esa acción; mientras que colonización es la explotación económica y la aplicación de su cultura (religión, enseñanza, idioma, tradiciones, nuevas técnicas de explotación, sanidad, etc.) a la comunidad que se descubre y se conoce. Ejemplos claros de colonialismo tenemos vivos en nuestra mente ¿verdad? y, ejemplo claro de colonizar también nos queda si hablamos de nuestra España. Pongámonos en aquella mentalidad de la época, en aquellos procedimientos de vida y sentimiento, y sepamos valorar –en su justa medida- hasta donde se hizo bien, si es que se puede valorar, y hasta dónde se hizo mal, si es que pudiera ser perdonable.
Pero, aún así, el señor López Obrador está 'fuera de contexto' en una sociedad moderna donde el equilibrio, el apoyo socio-económico y la cultura de la igualdad, solidaridad y convivencia, debe de primar ante recuerdos que no hacen más que definir venganzas, remordimientos y populismos resabiados por indefiniciones históricas. Tal vez, debería dedicar más su tiempo a apaciguar su sociedad maltrecha por los capos, traficantes, corruptelas y asesinatos impunes, de numerosos territorios de su país.