El protagonista indiscutible este año en la ciudad de Toledo va a ser Alfonso X ‘el Sabio’. En noviembre se cumplen ocho siglos de su nacimiento en la capital castellana y, casualidad o no, para poco después puede abrirse al público, por primera vez, lo que queda de uno de los edificios más importantes creados durante su reinado. Se trata del torreón de la puerta de Alcántara. Hay que tener en cuenta la importancia del puente, que durante siglos fue casi el único paso para cruzar el río Tajo, es decir, uno de los pocos pasos para ir de norte a sur y de sur a norte en la península Ibérica. Al tiempo, el vado del río era la zona más vulnerable.
A finales de año, toledanos y turistas no solo van a poder conocer el interior de la puerta de Alcántara, sino que también se acercarán a su funcionamiento y tendrán desde allí una nueva visión del Casco histórico. Será posible gracias al trabajo de los nueve jóvenes, formados en la Escuela Municipal de Empleo, que a mediados de junio comenzaron a trabajar en el monumento. Todo ello viene financiado por la Fundación Montemadrid, que aporta 226.000 euros en virtud a un convenio firmado en 2019 con el Ayuntamiento, cuya ejecución se ha tenido que retrasar por la pandemia.
En principio, explica Francisco Rueda, concejal de Turismo y Empleo, la idea era hacer un proyecto exclusivamente patrimonial, para restaurar el torreón. Pero el Consistorio propuso a Montemadrid afrontarlo con un proyecto de formación, en lugar de contratar una empresa. A la Fundación le pareció una extraordinaria idea, que quizás utilice en otros proyectos por España. El torreón, «es un buen sitio desde le punto de vista didáctico, porque no es una intervención complicada, ni muy delicada, por lo que se puede hacer con alumnos, nos permitirá formar durante nueve meses a un grupo de jóvenes en busca de empleo en el área de la construcción, donde ahora hay un tirón fuerte, y lo habrá más con los fondos europeos». Además, la actuación pondrá en valor el espacio para visitantes y turistas, un torreón «muy especial y por dentro muy poco conocido».
El torreón de Alcántara desvela sus secretos - Foto: Yolanda LanchaDurante la intervención, se está recuperando la gran estancia superior y el sistema defensivo completo de esta torre-puerta. Y allí ya han aparecido las primeras sorpresas. La primera es un agujero en el suelo de la sala principal, por la que se tiraban piedras y otros elementos a cuantos trataban de atacar desde allí a la ciudad. Además, los jóvenes ya han abierto una serie de arcos que estaban cerrados, y allí estaban dos bolaños de considerable tamaño, munición para ese agujero. En el futuro se exhibirán a los visitantes. El resto de cascotes de los muros se reutilizarán durante la obra.
En las esquinas también han aparecido aspilleras, huecos verticales en el muro que apuntaban directamente hacia el puente en función defensiva. Además, destaca Rueda, en una zona de esta estancia se ha encontrado un ‘sobrepiso’, quizás un espacio para dormir del personal de guardia, o para guardar los objetos de oficina. Se va a recuperar.
Más adelante, habrá que actuar sobre el rastrillo, uno de los pocos originales de la época en el mundo, que permanece subido desde principios del siglo XX. Rueda explica que Alfonso XIII libró del pontazgo a los automóviles del RACE con lo que este dejó de tener interés, y finalmente, se subió el rastrillo. Ahora se instalará un torno para que pueda subir y bajar, quizás copiando el de la torre de Londres, a falta de otro modelo.
El torreón de Alcántara desvela sus secretos - Foto: Yolanda LanchaEn la terraza superior, los jóvenes están trabajando en la restauración de las antiguas almenas, y van a recuperar un adarve de guardia, perdido en parte, que permitirá al visitante pasearse alrededor, y tener una vista magnífica sobre el puente y el río. Para ello, están rehaciendo un arco perdido, copiando su hermano vecino. Toda esta labor se completará con importantes trabajos de aislamiento.
Apertura al público. Esta restauración permitirá conocer el funcionamiento de la puerta, que no solo era defensiva, sino que también tenía como función la recaudación de impuestos. Era una especie de aduana, donde se cobraba el pontazgo, aunque quizás siempre con cuerpo de guardia. Tenía ‘oficinas’ y los guardas vivían en su interior’. La puesta en valor del monumento permitirá, por lo tanto, contemplar un elemento de arquitectura militar medieval excepcional, con el añadido de una gran estancia con miradores inéditos sobre el Tajo y la ciudad de Toledo para disfrute de sus visitantes. Los visitantes podrán llegar desde el nivel del puente hasta el piso primero y a partir de éste, una vez contemplado el rastrillo y su funcionamiento, acceder al terrado con su adarve o andador perimetral.
Porque una vez concluidas las obras, la idea del Ayuntamiento es dejar abierto el torreón, todavía no está definido si con visitas concertadas o por otro medio. El gran problema es la accesibilidad, por lo antiguo de la escalera y lo alto de sus escalones. Ayuntamiento y Montemadrid van a tratar de reconstruir en la sala la ‘aduana’ u oficina fiscal del pontazgo que tuvo dentro durante años. La propia Fundación limpiará y restaurará las inscripciones y epigrafías, incluida una romana. La idea de Rueda es que se puedan transcribir al castellano moderno. Para más adelante quizás está la posibilidad de sondear y en su caso abrir otra zona del torreón, que hoy aparece totalmente cerrada y se desconoce si está maciza o hueca.
El torreón de Alcántara desvela sus secretos - Foto: Yolanda LanchaDesde el punto de vista de la sostenibilidad turística, apunta Rueda, el torreón permitirá ofrecer puntos de interés turístico fuera de la concentración del Casco. Potenciará el núcleo defensivo desde el Carmen a San Servando.
El torreón. El puente de Alcántara de Toledo es uno de los más importantes elementos del complejo y variado sistema de fortificación de la ciudad. Su origen se remonta a época romana, si bien la primera noticia en crónicas históricas data del año 788. En él confluían los caminos que desde el otro lado del Tajo provenían del este y del sur y tenía una enorme importancia defensiva y estratégica, pero también fiscal (cobro del impuesto del pontazgo), ya que era paso obligado para acceder a la ciudad desde el este salvando el cauce del Tajo. El uso defensivo inicial pasó a fiscal con el paso del tiempo, para cobrar a quienes entraran a la ciudad, y también fiscal, para impedir el paso en casos de pandemia.
El torreón occidental, cuya construcción las referencias históricas sitúan a comienzos del siglo XIII, permanece inalterado prácticamente desde 1590 y es un auténtico ‘hito’ volumétrico visual en la ciudad de Toledo. Se trata de una torre-puerta exteriormente ejecutada con fábrica de sillería granítica, con una altura sobre su nivel de arranque en la ribera que supera en algunos puntos los 30 metros.