La Asociación de los Amigos de los Teatros Históricos de España, Amithe, entregó ayer en su gala anual, en el Teatro Circo, el vigésimo cuarto Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert al actor Jaime Blanch, así como el decimoséptimo Premio Nacional Gregorio Arcos a la conservación del Patrimonio Teatral, al Teatro Cervantes, de Buenos Aires, Argentina. Una gala muy especial también con motivo del vigésimo aniversario de la reinauguración del Teatro Circo, que incluyó el espectáculo Noche árabe, música y danza andalusí, Albasit, encuentro de culturas, con el homenaje al estilo arabista del propio teatro, tan peculiar. Sin duda, Jaime Blanch fue protagonista de esta velada que el propio actor valoró para La Tribuna de Albacete.
Para un actor, para una persona que tiene tantos premios en su relevante y larga carrera, ¿qué significa el Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert?
Es un premio doble. Primero, porque es un premio y siempre te agrada, pero en este caso, no es solo por una trayectoria, unas interpretaciones o lo que sea que ellos hayan juzgado, sino porque el premio lo concede una asociación como Amithe y eso se produce en un país, España, en el siglo XXI, por gente que defiende la cultura y defiende los teatros, que son la base de la cultura, me parece que es un doble premio.
Un galardón que han recibido los grandes actores de la escena en nuestro país.
Eso es un honor. El otro día estaba repasando la lista de los que lo han recibido y uno se siente muy honrado de estar en esa lista.
Se reencuentra usted con una ciudad donde además tiene muchos amigos.
Así es, la última vez que estuve en Albacete fue también para recoger un premio, la Medalla de Oro de los Amigos del Teatro, que nos dieron a Manuel Galiana, a Emilio Gutiérrez Caba y a mí. Desde entonces no había vuelto, porque no se ha dado el caso, pero Albacete es una ciudad donde he estado muchas veces trabajando, en teatro, que conozco y, sobre todo, que tiene para mí un encanto especial, donde tengo grandes amigos.
Además, la gala se celebra en el Teatro Circo, que está de aniversario.
Eso es una barbaridad. El Teatro Circo no tiene parangón y vuelvo a lo que te decía, siempre he sido muy pesado respecto a eso, creo que las administraciones, y digo administraciones, en plural, no la administración, porque ha pasado con todas, a mí me da la sensación de que los políticos, y no es hacer demagogia, es la verdad, o por lo menos lo que yo pienso, se han tomado siempre la cultura como un artículo de lujo y eso quieras que no, al final se refleja en el pueblo. Entonces, es muy hermoso que se haya creado una asociación que haya protegido y haya llegado a esa realidad que es el Teatro Circo, que no tiene parangón con nada en mundo, al menos con lo que yo conozco.
Siempre ha dicho que, básicamente, se consideraba un hombre de teatro.
Sí, porque esa ha sido mi formación y ese, el teatro, es el sitio donde más me agrada estar y lo comparo con trabajar con o sin red; en teatro trabajas sin red, si te caes, te has caído, pero en el cine y la televisión, si te equivocas, se repite.
Recoge un premio muy importante en un teatro que también lo es, ¿le gustaría volver con alguna obra?
Por supuesto que sí. Es algo muy hermoso, no solo porque Albacete sea una ciudad teatral, que recibe muy bien el teatro, sino porque también tengo, como decía, tengo amigos en Albacete, y no se trata de amiguismo, se trata de estar con gente que te cae bien, que te agrada, y que no tiene nada más que buenos detalles conmigo, es muy bonito. Difícil, sí, tal como está el panorama hoy, pero agradable, por supuesto.
Un actor de teatro, que ha hecho mucho cine y, sobre todo, mucha televisión.
Cine no mucho; televisión, unas cuantas obras y series. Es curioso, porque yo empecé estudiando en la Escuela de Arte Dramático para hacer teatro. Empecé a hacer mis pinitos y cuando de verdad decidí ser actor, entré en contacto con grupos de cámara universitarios y, después, por la razón que fuera, empecé a hacer televisión, que te da popularidad.
Tanto es así que sigue y obtuvo otro gran triunfo con una serie peculiar, El Ministerio del Tiempo.
Sí, me dieron el premio Iris al mejor actor de televisión en 2020. Creo que El Ministerio del Tiempo ha sido una de las grandes series y ahora en España se están haciendo series muy importantes; otras menos, que son muy populares, pero bueno, es igual el público consume lo que quiere. Es un orgullo para mí haber participado en El Ministerio del Tiempo y creo que todos estábamos muy contentos porque ha sido una serie distinta.
También algún cameo últimamente en Hospital Valle Norte.
Sí, hice una colaboración porque lo dirigía Juanma Pachón, que es un gran amigo. Fue un cameo que hice porque me hacía mucha gracia y fue muy agradable. Yo, en televisión, trabajo como si estuviera en mi casa y que no suene esto a fantasmada, por favor, porque no es mi intención, pero sí es agradable.
¿Qué proyectos tiene, teatrales, cinematográficos, televisión?
Cinematográficos, ninguno. Ahora que no nos oye nadie, a mí el cine me gusta como espectador, hacerlo, menos.
¿Por qué no le gusta tanto el cine?
Que no suene mal lo que voy a decir, porque en cine estás más sujeto a un señor que pone una cámara, monta un plano, lo hace y luego corta. Preguntas por qué han cortado aquel plano que estaba tan bien, bueno, porque al director no le gustaba. Es muy egoísta lo que digo, pero a estas alturas me permito el lujo de decir lo que pienso. En el teatro, insisto, el primer plano te lo haces tú, es un contacto directo con el público, es otra historia.
Ahora hay una gran producción y parece que están muy de moda las series.
Afortunadamente, porque además, se están haciendo series muy buenas. Yo, que no soy un gran consumidor de televisión, veo lo que me agrada. Me cuesta mucho engancharme a las series, las nacionales y las extranjeras, pero de repente he visto estupendas, como Gigantes, Antidisturbios, series que tienen un marchamo y factura especial, con unos repartos maravillosos y eso a mí sí me prende mucho.
¿Qué condiciones se tienen que dar para que acepte protagonizar otra serie?
Vamos a ver. Por suerte para mí, llega un momento en que no tienes que vivir pendiente del teléfono, puedes seleccionar. En principio, que me la crea. Vamos a ver, puedo leer mañana una novela que me recomiendes, que te guste mucho y, de repente, empiezo a leerla y no me produce ninguna emoción, o viceversa, te recomiendo una y tú dices mira, a Jaime le habrá gustado, pero a mí no, y eso es lo que creo. Una de las bases más importantes de la televisión son los guiones, las historias, por eso el Ministerio prendía tanto y luego, la realización, que era ejemplar. Me han llamado hace poco para una cosa, la he leído y no me ha gustado y no la voy a hacer, evidentemente.
¿Planes para teatro?
Yo vivo en un pueblo de Gerona, Olot, porque así lo decidí hace 10 años. Allí hay un centro cultural donde se reúnen desde pintores a escultores o actores. Me pidieron que colaborara con ellos y me gustó trabajar dirigiendo, que es mi última y gran vocación. Hice Doce hombres sin piedad el año pasado y ahora estoy preparando Cartas de amor, que es una función que haré con mi mujer, con Marta Puig, interpretándola y dirigiéndola. Tengo otro proyecto sobre una obra de Anouilh, que se llama La Alondra.
Entonces, ¿se pasa ahora a la dirección teatral?
Sí, eso me permite matar el gusanillo, estar en activo y hacer lo que me gusta. De momento es en lo que estoy centrado y si viene algún proyecto que me interese, bien, difícil, también, pero en eso estamos.