«Simplemente, es increíble». Ésta fue la escueta valoración que hicieron ayer los servicios técnicos de Asaja en Albacete del balance provisional de daños que dejó tras de sí la cadena de heladas que afectó a la práctica totalidad de la provincia desde el pasado fin de semana.

Por término medio, las temperaturas nocturnas se desplomaron  hasta los tres o cuatro bajo cero pero, de acuerdo a los datos aportados por los propios asociados, hay localidades como Bogarra o Ayna, en la Sierra del Segura, donde bajaron hasta los ocho bajo cero.

El problema, además, es que las  bajas temperaturas llegaron en un momento delicado: «Después de un invierno que parecía primavera, llegó una primavera que parecía invierno y además a principios de abril, que es justo cuando el cultivo es más vulnerable al frío».

El resultado fue una larga sucesión de llamadas a los servicios técnicos de Asaja desde numerosos puebles, donde una misma frase repetía de forma machacona con alguna pequeña variación: «80-100% del municipio afectado, daños del 80 al 100% en cultivo».

Éste sería, por ejemplo, el caso de Bogarra y Ayna, en la Sierra del Segura; de Fuente Álamo, Tobarra y Ontur y de la propia Hellín, en los Campos de Hellín; de Pétrola y Montealegre, en Monte Ibérico-Corredor de Almansa; de Villamalea, Casas Ibáñez, Madrigueras, Mahora y Valdeganga, en La Manchuela, o de La Gineta, Minaya, La Herrera e incluso la propia Villarrobledo.

Pero este panorama solo es una parte de la fotografía final de los daños de la borrasca Ciril, por dos motivos: primero, porque los agricultores aún no han tenido tiempo material para entrar en todas las parcelas y, segundo, porque el almendro es el cultivo más afectado, pero no es el único.

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