Me siento un hombre maduro en reflexiones, creo que es lo que puede permitirte recrear tu espíritu para valorar tu experiencia de vida.
El mundo no es un lugar perfecto, de hecho vivimos rodeados de contradicciones en todas las esferas sociales. Espiritualidad, moralidad, tolerancia, solidaridad, amor, etc., son conceptos que no significan lo mismo para todo el mundo y que adquieren importancia solo en virtud de lo que interese a quien interese. Así es.
¿Cómo es posible vivir una vida auténtica y plena en una sociedad que se contradice a sí misma? Y ¿cómo ser honesto e íntegro cuando los que deberían serlo no siempre lo son o buscan disfrazar la verdad para aparentar lo que en ese momento más le interesa?, difícil verdad.
Sin embargo, cierto es que el ser humano procura buscar las razones que le hagan sentir ese deseo de ser mejor, de hacerse notar en su razocinio-razonamiento para entender que la vida tiene momentos intensos que debemos aprovechar. Y aún así, te encuentras en constantes paradojas o contradicciones a las que no sabes cómo adecuar en los mecanismos de esos valores que encierra nuestra sociedad.
Por ejemplo. La Semana Santa de Cuenca de este año 2022 ha sido espectacular en orden, cumplimiento de las normas establecidas, asistencia de nazarenos y silencio como culmen del valor de una Semana de Pasión que es ejemplo en toda España y, si cabe, en el mundo entero. No por su internacional merecida, que lo es, sino por su manera de interpretar el orden, la calidad espiritual, la sencillez en sus Hermandades y la realidad de esa Pasión, entre tradición y devoción. Ha sido un éxito rotundo. Y por eso, hay que felicitar a todos, Junta de Cofradías, Juntas de Diputación, Hermanos mayores, nazarenos y banceros, tuliperos y estandartes; turbos, músicos, tambores y cornetas, instituciones, cruz roja, policía y protección civil, colaboradores, conquenses en general, todos sin excepción, felicidades.
Y claro, si hay paradoja hay que decirla. Mientras esto sucedía en el Casco histórico y en las zonas pasionales, en todo ese macro recorrido espiritual; en otros lugares de la misma ciudad, unos vándalos, carentes de moralidad, serenos de la imprudencia y la necedad, jóvenes o no tan jóvenes, que no entienden de solidaridad ni respeto, destrozan, dañan, violan la paz y tranquilidad, el orden y concierto, la decencia y el sentimiento, abusando de corta razón, para ficcionar en portales, romper candelas, destrozar vehículos, aporrear jardines, dejar sentir cuál ha de ser la verdad de una sociedad respetuosa, la que desea valores de entendimiento, cuando carecen de la propia razón como seres humanos. Es la contradicción, la paradoja, la incoherencia, lo disparatado y discordante; y eso en barrios como El Castillo o en zonas aledañas y parques de nuestra ciudad ha provocado que ese alto listón que nuestra Semana Santa haya alcanzado, pueda tener el brillo que merecería en toda su dimensión. Esperemos que todo vuelva a su cauce, se den cuenta para sucesivas ocasiones y verdaderamente tengamos el premio que bien merecemos.