Primero recuperar la esencia del Recinto Ferial y después llenarlo de contenido más allá de los diez días de Feria. ¿Por qué no hacer los Invasores dentro, en lugar de en los Ejidos? ¿qué impide hacer cine de verano en el rabo de la sartén? ¿por qué no adaptar el segundo círculo para que se puedan celebrar ferias comerciales o gastronómicas en cualquier fecha del año, más allá de septiembre?
Diez arquitectos firman un documento que han hecho llegar al Ayuntamiento de Albacete haciéndole saber su visión del edificio más singular de la ciudad y planteando sus reflexiones acerca de su uso. Su pretensión es que dichas sugerencias sean tenidas en cuenta a la hora de redactar el Plan Director que debe servir de guía para las futuras intervenciones que se hagan en esta construcción de tapial y teja.
Al saberse que el Ministerio de Fomento había considerado merecedor al Recinto Ferial de los fondos del conocido como 1% cultural, el Colegio de Arquitectos de Albacete se puso manos a la obra y convocó un grupo de trabajo para que sus ideas estuviesen sobre la mesa a tiempo. Para este 2015 hay una partida de 200.000 euros, pero la previsión es que se libren fondos a lo largo de cuatro años hasta alcanzar una inversión total de 2,5 millones de euros que permitan la restauración integral del edificio, trazado y construido en 1783 y ampliado después en los 40.
Los arquitectos creen que el Recinto Ferial debe ser mimado, «no se trata de ir haciendo chapuzas en agosto para que esté listo para la Feria con la idea de que solo se usa diez días, sino que todas las obras se hagan con sumo cuidado», argumenta el presidente del Colegio de Arquitectos, Pedro Torres, quien cree imprescindible dotar a esta joya de la ciudad de un Plan Director.
En su documento, los arquitectos son ambiciosos. Hablan no solo de «rescatar» el Recinto Ferial, sino todo su entorno, ampliando la operación a los Ejidos, los Jardinillos, el Paseo de la Feria y la Plaza de Toros.
Sugieren que se cree una «sociedad mercantil pública e independiente, que incluya la máxima representación social y cultural de la ciudad» para que, de la mano de la administración, decidan qué «usos son compatibles» y cómo hacer una «gestión ambiciosa» con las miras puestas a «devolver al espacio ferial su preponderancia perdida como centro de intercambio». En otras palabras, que las ferias comerciales vuelvan a ser su razón de ser.
Son conscientes, no obstante, de que no se puede hacer todo de una. En este andar paso a paso sugieren que primero se realicen las obras para mantener el edificio y después se haga lo necesario para darle uso más allá de la Feria de septiembre. Para el final, dejan la recuperación del entorno, lo que denominan conjunto ferial.
Lo primero sería rehabilitar el edificio y aprovechar las obras para recuperar su configuración original. Defienden los arquitectos que se vayan eliminando las paredes y cerramientos de todo tipo que separan unos puestos de otros y que los pabellones queden diáfanos, con el propósito de que el Recinto resulte más adecuado para celebrar ferias que «los inapropiados lugares en los que hoy se celebran estos acontecimientos comerciales y lúdicos», reza el documento.
«Si tenemos los pabellones vacíos y libres, podrían usarse muchos más días al año, porque ahora detrás de las persianas hay trasteros de mesas y sillas que aguardan todo el año a ser utilizados en Feria», se queja el presidente del Colegio de Arquitectos, que opina que sería «más elegante» montar los Invasores cada martes dentro del Recinto Ferial «y no como ahora, que se colocan los puestos de fruta y verdura delante de las persianas». Llegados los días de Feria, se podría buscar una solución temporal para separar el espacio de cada concesionario.
Volviendo a las obras de consolidación, los arquitectos sugieren que se empiece por restaurar el círculo central y el primer anillo, que es donde están los restos del edificio más antiguo (los dos círculos interiores), y después seguir con el segundo anillo y el rabo de la sartén. Ya hace un par de años se actuó sobre el Templete, una intervención que aplaude el Colegio de Arquitectos «porque esta vez sí, se hizo con un rigor exhaustivo». Quedaría pendiente la intervención sobre el revestimiento, que por su singularidad resulta complicado de conseguir.
Puerta de hierros y aseos. Urge reparar todas las cubiertas del Recinto y eliminar las humedades de muros y suelos, además de renovar las redes de saneamiento y estudiar con los bomberos cómo adaptar el edificio a la normativa de incendios. Lo siguiente, dicen los arquitectos, sería eliminar todos los elementos que se añadieron tras la reforma de los 40, excepto la Puerta de Hierros que salvan con la condición de que se «integre» en el conjunto del edificio modificando su revestimiento. El actual es de ladrillo cara vista de color blanquecino.
En las arquerías del círculo central creen que se deberían quitar los cerramientos actuales, buscando eso sí una solución para que llegada la Feria los concesionarios de los distintos stands pudiesen disfrutar de ellos. La «escasez y mala situación de los aseos públicos» es algo a resolver con urgencia, apuntan también los arquitectos; que también hablan de mejorar la accesibilidad de los salones y la capilla que están en la planta alta.
Consolidado el edificio, llegaría el momento de pensar en qué uso darle. Los arquitectos creen que es importante llenarlo de contenido buena parte del año, darle una «vida real» para asegurar su mantenimiento. Para abrir el debate, ellos han lanzado sus propias ideas.
Para qué podría usarse. Sugieren utilizar sobre todo el segundo anillo del Recinto Ferial para acoger la actividad ferial de la ciudad que ahora mismo se celebra en el recinto de la IFAB. «Mediante una transformación de los dos anillos exteriores del recinto, se puede disponer de más de 10.000 metros cuadrados de superficie cubierta, calefactada en invierno y abierta en verano», detallan en este documento. El primer paso sería, por tanto, conseguir que los pabellones quedaran diáfanos y en ocasiones puntuales podría recurrirse a un estructura provisional para cubrir ciertas partes.
Insisten en que los 500 puestos de los Invasores se coloquen en el interior y así abrir el recinto cada martes, en lugar de ocupar los aledaños, «para eso se creó el edificio», opinan. Y, por qué no, hablan de abrir el lugar a eventos de todo tipo: ferias gastronómicas, del libro, cine de verano, salón de actos e incluso actividades de ocio navideño, como una pista de patinaje en el círculo central.
El documento donde se recogen ésta y otras sugerencias está ya en manos del Ayuntamiento de Albacete, «no ha tenido mala acogida», dice el presidente del Colegio de Arquitectos, que insiste en que sus propuestas no son para hacerlas «de hoy para mañana», sino para que sean tenidas en cuenta de cara a actuaciones futuras. Junto a Pedro Torres, firman este conjunto de propuestas los arquitectos Esteban Belmonte Martínez, Francisco Candel Jiménez, Francisco José Cobo Navarro, Antonio Cuevas Atienza, Ana García Simón, Antonio Peiró Amo, Concepción Ponce Real, Ángel Tebar Pozo y Vicente Zafrilla García.