135 años de historia del Ateneo

CARLOS ZULOAGA
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Durante todo este tiempo, han sido muchas las sedes que albergaron sus instalaciones, y de la actual en la calle Feria, el presidente, Tomás Mancebo, destaca, entre otros servicios, el que ofrece la biblioteca

Han pasado 135 años desde que el Ateneo de Albacete comenzara su andadura, y desde ese 1880 hasta la fecha nada ha cambiado, salvo los nombres de los responsables que han hecho posible que permaneciera al servicio de la sociedad albacetense durante estos años. Y es que Albacete, como el resto de España, ha vivido en estos 135 años situaciones políticas, sociales y económicas que no fueron impedimento, salvo en los años de la dictadura, para que desde los diferentes locales del Ateneo se realizara una labor altruista para ofrecer a los albaceteños un amplio abanico de actividades para enriquecer sus conocimientos.

Quizá cuando se cumplan los 150 años sea el momento para que todos los sectores sociales de nuestra provincia echen el resto para programar un homenaje, unos homenajes, que reconozcan de una manera especial esa efeméride. Pero lo que se ha hecho durante todo este tiempo merece un repaso para intentar acercar más el Ateneo a los albacetenses y lo que es más importante, lo que ha significado, significa y significará para Albacete.

Tomás Mancebo, su actual presidente, lleva 29 años al frente del Ateneo, cuyas instalaciones se encuentran en la calle Feria. Y a pesar del tiempo pasado sigue con la misma ilusión del primero día. Nos comenta que mucha gente todavía no sabe lo que es un Ateneo, «que no es una sociedad como los comerciales, de crédito y tampoco lo es política, ni exclusivista, ni docente como las universidades, ni recreativas como los casinos. Pero sin embargo participa de todos ellos». Añade que «admite todas las opiniones para mejorarlas, ilustrarlas, dulcificarlas; vive la política para estudiarla como ciencia, siguiéndola y analizándola desinteresadamente. Esto es realmente un Ateneo».

Las instalaciones el Ateneo de 2015 nada tiene que ver con las actuales, porque cuenta con unos espacios como el recreativo, sala de exposiciones, sala de pintura, salón de conferencias, biblioteca y una sala de usos múltiples, «pero la riqueza mayor que tiene es la generosidad que tiene en sus gabinetes y en la biblioteca». Y la dirección, la enseñanza y el recreo son lo tres medios y los tres fines que son gloria de la patria y la honra del Ateneo...., «esa es la esencia y la misión del Ateneo». Para que eso sea posible «debe ser regido en un amplio y conservador espíritu de tolerancia mutua, de generar progreso, de ilustración verdadera y de ferviente amor a la verdad y la belleza que moraliza y engrandece a los pueblos. Todas las opiniones caben y viven en paz, al abrigo de la tolerancia recíproca y de la buena voluntad de todos. Debe ser grato a cada uno y útil a todos, centro de cultura y honra del espíritu de sus componentes».

Y estas premisas son las que llevaron al Ateneo desde su nacimiento hasta ahora, sobre todo desde sus inicios hasta el 36 del siglo pasado, «después durante el franquismo estuvieron bastantes parados y ahora se han adaptado un poco más, aunque el espíritu sigue siendo el mismo, a la sociedad actual, al mundo globalizado..., se ha avanzado mucho y se ha tenido que cambiar».

Tres épocas. Pero Mancebo quiere recordar las tres partes en las que se divide la historia de nuestro Ateneo. «La primera etapa va de 1880 a 1907. Los socios fundamentales de esa época eran los abogados y los profesores, principalmente los profesores de la Institución Libre de Enseñanza y a ellos también se unieron los miembros de los colectivos de médicos, algunos ricos propietarios de talante liberal y algunos periodistas. Esta temporada fue muy dura porque el índice de analfabetismo de esa época era de un 73 por ciento». Recuerda que el 24 de octubre de 1880 el primer Ateneo se instaló en el número 8 de la calle Zapateros y «todos los miembros contribuían a sufragar los gastos de mantenimiento, si bien a los actos culturales y conferencias se invitaba a todos el mundo. La primera cuota era de ocho reales mensuales, 40 años después era de dos pesetas mensuales. Era el espíritu tan generoso que los ateneistas crearon las cátedras para impartir clases a los trabajadores, y en aquel entonces se contaba con 126 socios aunque se llegó a superar los 600, una cifra bastante elevada porque en aquel entonces Albacete contaba con 19.000 habitantes». De aquella época Mancebo destaca la labor de los tres primeros presidentes, José Bartrina, Manuel Alcázar y Antonio Rentero, y un gran secretario, que fue Octavio Cuartero y como hecho relevante «la velada literaria organizada por el Ateneo en homenaje a Pedro Calderón de la Barca en el segundo centenario de su muerte».

Se produce el primer traslado de la sede del Ateneo, de la calle Zapateros a la calle Concepción, ocupando la parte baja de un casino y «el acto más importante fue conmemorar el primer centenario de la Feria y organizar los juegos florales, y además se seguían dando clases de alfabetización a los trabajadores, todo se hacía desinteresadamente, y esta etapa termina con una media de 600 socios».

Tomás Mancebo destaca una segunda época, que es la época dorada del Ateneo, que va desde el año 1907 a 1936. «En ese año el Ateneo se ubica en la calle Mayor número 43 y se diferencia de la primera etapa en que en ésta los oradores eran locales y ahora se abre a otros que vienen de fuera. Entonces se permiten algunos juegos de cartas, el dominó, el billar, el ajedrez así como el café tertulia y el gabinete de lectura. Se realizan amplias actividades culturales y aumenta las cátedras para los trabajadores con algunas nuevas como la contabilidad o la mecanografía». Se realizan nuevos traslados de la sede y la cuota de los socios era de dos pesetas pero «con una cuota social de entrada de cinco pesetas. Se vuelve a realizar Juegos Florales en conmemoración del tercer centenario de Cervantes actuando de mantenedora la condesa de Pardo Bazán..., fue uno de los acontecimientos más importantes».

Puntualiza Mancebo que en el libro de oro se recogen las firmas de todos y cada uno de los invitados, de los conferenciantes «pero hay un hecho curioso, ya que en 1918 y 1919 nadie firmó en el libro y uno de ellos fue Indalecio Prieto, que vino a dar una conferencia pero no quedó constancia». Pocos años después el Ateneo se traslada a la calle Marqués de Molins 7, «son unos locales lúgubres, de una planta baja porque luego se trasladó a la planta superior del Teatro Circo donde se vivió una etapa muy rica en todos los sentidos. Estamos hablando del año 1925 y la cuota de los socios pasa de dos a cinco pesetas y hubo un descenso grandísimos de socios».

Conferencias. Se suceden muchos acontecimientos durante estos años, con importantes conferencias y actos culturales y el número de socios vuelve a crecer, llegando a los 950, «pero había dos clases de socios, los fijos y los eventuales». Y recuerda Mancebo que en esa etapa, en 1930 vino a dar una conferencia José Antonio Primo de Rivera bajo el título ¿Qué es lo justo?, y recuerda que aunque hubo muchos bulos «no hizo ni una sola mención, ni política ni social en la conferencia». A partir de ese año siguen las conferencia, pero son eminentemente políticas por los momentos que vive el país y todas las actividades giran en torno a esta situación, aunque se cuenta con la presencia de prestigiosos conferenciantes como Miguel de Unamuno «que recuerda que tuvo una actitud un poco provocadora hacia todos los participantes”. En estos año también destaca la edición de la revista Ágora «de un gran valor literario, aunque solo se publicaron tres números porque quisieron expandirla a nivel nacional y no se pudo».

Se traslada la sede a la calle Concepción, y de esa etapa hay que destacar las secciones literarias, la Unión Musical, y otras hechos relevantes que acaban con el inicio de la Guerra Civil. Es cuando acaba esta segunda etapa y comienza la tercera desde 1976 hasta nuestros días, donde el Ateneo pasa por diferentes sedes hasta instalarse en la actual en 1991. «Primero se creo una comisión gestora, donde estaban representados todos los sectores y partidos políticos. La primera conferencia de esta etapa la da José Luis Aranguren en el Instituto Bachiller Sabuco y luego otras también muy importantes, como las que dieron los padres de la Constitución, pasaron también ministros de todos los gobiernos, la premio Nobel Rigoberta Menchú; también cuando Aznar pidió visitar el Ateneo y no quiero olvidar los premios de pintura y de poesía que se han hecho durante estos años».

Orgullosos. Sobre el futuro, Tomás Mancebo recuerda que las instalaciones actuales se iban a escriturar  a nombre del Ateneo y Carmina Belmonte y él decidieron que se escriturara a nombre del Ayuntamiento «y que su propiedad fuera para 99 años y lo hicimos para evitar problemas si las cosas se torcían». Añade que se han podido mantener, «en este tiempo hemos tenido una cuota de 1.000 pesetas mensuales que duró hasta 2002 y luego pasamos a los ocho euros mensuales. Y con eso cubrimos todas las actividades que ofrecemos, y de lo que nos sentimos muy orgullosos es de la biblioteca que es utilizada por muchos alumnos». Todo eso sin recibir ningún tipo de subvención, lo hacen con la cuota de los 450 socios, y lo consiguen porque no hay ningún trabajador que cobre un euro, no hay sueldo alguno, «tan solo se da una pequeña gratificación a los colaboradores, y el bar paga la mitad de la luz y la limpieza». De esta manera a los conferenciantes se les paga el viaje, el hotel y la cena..., una manera de cuadrar las cuentas para que el Ateneo pueda seguir ofreciendo un programa cultural a la altura de una ciudad como la de Albacete, que se siente orgullosa de este 135 cumpleaños, y de los que todavía quedan por cumplir, que seguro que serán muchos.