Fue un acierto denominar la plaza en la que se ubicaba La Voz de Albacete, periódico de referencia durante muchos años en esta provincia, con el nombre del que fue su director durante veinte años hasta su fallecimiento en 1973, Antonio Andújar Balsalobre, nacido en Hellín en 1914. Tras sus primeros años de juventud, terminó la carrera de Magisterio, que ejerció en Albacete y en Alicante, aunque realmente su magistral repercusión estuvo en el mundo del periodismo, donde destacó de manera superlativa, hasta el punto de que uno de los periodistas de relieve en Albacete, Luis Parreño, lo definió como «la figura periodística albacetense más relevante del siglo XX. Fue maestro de periodistas, cultivó la amistad, pregonó a los cuatro vientos lo valores y méritos de las tierras y los hombres de Albacete, defendió sus derechos. Todo y mucho más lo dijo en verso caudaloso y apasionado».
Con apenas 19 años de edad fue nombrado director del semanario Hellín, que se publicó de forma ininterrumpida hasta 1936, compartiendo estas tareas con colaboraciones en el semanario católico Vida hellinera, El Radical, El Defensor de Albacete y del rotativo madrileño Informaciones. Llevaba desde muy joven la savia del periodismo en la sangre, como lo demostró un hecho de especial relevancia, una vez que decidió enrolarse en la División Azul viajando a la Unión Soviética en 1942, permaneciendo un año en el frente ruso, en el que como no podía ser de otra manera fue encargado de la redacción del semanario Hoja de Campaña, órgano de la División Azul para levantar la moral de los voluntarios españoles, donde fue enviado especial de la Agencia Efe.

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