Un fiel testigo del esplendor almohade

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Las murallas y los restos del castillo de la histórica villa de Jorquera constituyen uno de los conjuntos fortificados del siglo XII más importantes de nuestra provincia y desvelan su importancia estratégica

Una vista de los restos del castillo de Jorquera, tras los cuales se perfila la torre de la iglesia de la Asunción. - Foto: Arturo Pérez

El período de hegemonía almohade en buena parte de la Península, imperio que durante prácticamente un siglo freno el avance de la Reconquista de los reinos cristianos, nos ha dejado un imponente testigo patrimonial en nuestra provincia: el conjunto de murallas y restos del castillo que domina el cerro de Jorquera, a orillas del Júcar.

Una sucesión de culturas ha dejado su impronta en la población, ocupada sucesivamente por romanos, visigodos y árabes antes de la definitiva conquista en 1212 por Alfonso VIII. De la etapa árabe es patente el sistema de riegos utilizado en las márgenes del Júcar, todavía utilizado  en nuestros días para el riego de algunas huertas.

Hasta las murallas de Jorquera parece que llegó el propio Rodrigo Díaz de Vivar a finales del siglo XI (1094), cuando perseguía al rey o caudillo militar moro Lucef (o Yufuf), después de haber sido derrotado éste, un hecho atestiguado en el Cantar del Mío Cid, aunque el cronista oficial de la villa, José Cano, apunta que otra población también se atribuye esa leyenda: la localidad valenciana de Cullera.

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